(Foto: Salomé Sagüillo)
Fuimos a León a tocar. Un viaje a lo bueno conocido: los amigos, el cocido demoledor, el vino bueno, el acogedor sonido del hielo en las copas de whisky y una banda estupenda,
Art& Beauty, con la que compartíamos show y que nos presentó ante la
parroquia del lugar. Son, Art&Beauty, un duo persistente y una anomalía
deliciosa en un mundillo musical empachado de malas imitaciones y “americana”
de saldo o, peor, de salón. Pocos he visto que reinterpreten esa tradición de
ultramar que ya es sentimentalmente nuestra, con la delicadeza, el estilo y la
maestría que muestra Nacho a la guitarra y las voces, amparado por la sintética
y eficaz batería de su compañera Reyes.
Por supuesto los había escuchado ya
(muy recomendables “Going Down South” y su anterior y homónimo EP, que se
pueden encontrar AQUÍ); los había entrevistado tambiénn, y
los apreciaba, pero catarlos en directo fue una revelación. Raramente
(incluidos guiris) había encontrado esa mezcla purísima de aspereza y agua
limpia como un manantial de montaña, esa caña soterrada y esa sensación de
estar asistiendo a algo tan crudo, abierto y real como una herida. No soy un experto en
blues, folk, country y otras maneras vernáculas de los Estates, y mi
conocimiento en eso, como en casi todo, peca de disperso, maniático y montaraz,
pero he escuchado más que suficiente para saber que lo de Nacho es por derecho
música de primer nivel, y que no debe ser encajonado entre los voluntariosos
copistas sino entre aquellos que, conscientes, han decidido rendir su tributo a
un amasijo de géneros donde encuentran las verdades esenciales de la vida.
Una declaración
política pues, esa elección, no muy distinta de la que hizo Dylan cuando
abriendo los noventa se cascó esos dos soberbios discazos de versiones
injustamente olvidados que son “Good as I Been to You” (92) y “World Gone Wrong”
(93). Que a Art&Beauty se les vean las costuras y que se incluya un poco de ruido crudo en
las interpretaciones no hace sino aumentar su verosimilitud en disco, y en
directo la cosa resuena con enorme cercanía y sinceridad. La misma que mostraba Nacho
hace un tiempo cuando contestaba a las preguntas de nuestro brazo político, KAPUT, sobre lo que él entonces
definía como “real country blues”: “El blues, como el flamenco y muchas otras
músicas , son músicas de raíces, ligadas a una zona geográfica determinada.
También lo son las muñeiras, la sardana, la jota, las danzas primas asturianas
o los zortzikos vascos. Nosotros como no tenemos raíces, hacemos la música que
nos da la real gana y en este caso tiramos por el blues más rural y campestre,
el que se produjo en su momento con cuatro perras, porque en cuanto hubo dinero
de por medio y los bluesmen emigraron a Chicago a formar grandes bandas, se
pervirtieron los orígenes de esta música. Lo que está claro es que en el FIB y
en el Primavera Sound, que son los festivales que marcan las tendencias en
España, suenan los Radiohead esos, no suena ninguna música regional de las que
he nombrado y toda la culpa de eso la tiene la Heineken, que es una cerveza
malísima”. (La entrevista, muy interesante, podéis consultarla completa AQUÍ)
Yo opino que, por lo general, las músicas de raíz
(todas, no sólo las americanas) tienden a ser malinterpretadas y masacradas en
versiones limpias, desinfectadas y por ello muy, muy lejanas a la intención
original del género. Apaños a cargo de mercenarios o tipos que no se han
enterado de nada en los que falta garra, sudor, esencia, desgarro y, al final,
verdad. Un verdad que, supongo, empieza por tener los pies anclados en la vida
misma, prosigue por el talento para no dejarse envenenar por esa técnica sin
alma que tiende a convertir la agonía y la sangre del blues en horchata AOR, y finaliza
por exponer la propia visión –aunque sea en músicas de otros- con tanta
humildad y chulería como uno pueda. No tan lejos del rock&roll, en esto, ni
de ninguna otra música en la que –necesaria la técnica- manden las tripas y el
corazón. Esenciales, en cierto modo, ignoro por qué Art&Beauty no tienen
una respuesta más amplia entre un público que permanece embobado con medianías
de americana en lata mientras le pasan al lado secretas maravillas de este
porte. Quizá siempre fue así, y por eso algunos estamos aquí para apuntarlo. Un tiempo después de este concierto me tragué en Betanzos cuatro temas de un idiota argentino que había venido a dar una especie de clinic de blues. Me bastaron esas cuatro deshidratadas e inanes versiones para desear cortarle la cabeza y ponerla en una pica y para recordar de nuevo, con añoranza, a los Art&Beauty: lo exacto de su enfoque primigenio enturbiado aquí y allá por poluciones de distorsión; lo necesario de su empaque, aun cuando circulen por caminos aparentemente tranquilos; su tensión esencial, su ocasional y subyacente crujido eléctrico, justo un paso.
Gracias a ti, Nacho. En realidad, a nuestra manera inicial, primaria y aberrante, no nos distanciamos tanto de lo que Art&Beauty proponen, aunque lo nuestro esté bastante lejos del blues: tratamos de ser igualmente esenciales y personales a un tiempo y nuestras referencias son igualmente clásicos. Clásicos como Jesus Lizard, Poison Idea, Unsane, Hüsker Dü y otros mil que aunque parezcan estar a años luz de los Muddy Waters o los Robert Johnson hacen ese papel para nosotros. Ese papel de pureza, compromiso, rabia y diversión. Ese papel padres que nos han enseñado algo sobre como vivir la vida sin dejar de divertirse y sin bajar la cerviz. Que lo consigamos o no, depende del trabajo y del talento y está por ver, pero ahí seguimos.
Last but not least, gracias también a Reyes, a Lera
que hizo el sonido, al siempre mitológico Vix Cosmen que nos acogió y nos guio
por el mal camino, que es el que nos gusta, A Tejón y a Marta (nuevos fans) por
sus ánimos y buen gusto, a quien sea que me pasó la zarpa (no estaba mal) y a
la americana perdida que encontramos en el último bar y puso indolente broche
de plata a una noche para recordar.
Pronto más ruido, más furia y más… GOG!!!Fdo: Cowboy Iscariot
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